Maridar comida y vino puede parecer abrumador, con reglas que recordar y alimentos que evitar, pero en realidad, la mayoría de los vinos combinan bien con la mayoría de los alimentos. A veces encontrarás un "¡Guau!" que maridaje, y otras veces encontrarás un "¡No!" funciono, sin embargo, la mayoría de los maridajes se encuentran en algún punto intermedio. Aun así, para mejorar tus posibilidades de tener una experiencia sorprendente, lee algunos consejos básicos a continuación.
SABORES COMPLEMENTARIOS
Complementar sabores significa hacer coincidir la estructura del vino con la estructura de la comida. Esto puede potenciar esas características tanto en el vino como en la comida. Ejemplos incluyen:
- Combina lo cremoso con lo cremoso: vinos cremosos, como Chardonnay o Viognier, combinados con salsas a base de crema (pasta o aves) o un queso cremoso.
- Combina ácido con ácido: el brillante y crujiente Sauvignon Blanc combina a la perfección con ese pescado con salsa de limón. Una buena regla general: si la receta o el alimento contiene limón u otros cítricos, querrás un poco de ácido que combine. Los grandes vinos con alto contenido de acidez incluyen Sauvignon Blanc, Albariño, Chenin Blanc, Riesling y Chablis.
- Combina dulce con dulce: ¿pastel de chocolate? ¿Natillas de limón? Combina un vino similar con una comida similar. El rico y denso pastel de chocolate combina perfectamente con el Oporto u otros vinos dulces y oscuros. Una natilla ligera de limón busca vinos blancos dulces y ácidos; los vinos de postre a base de sauternes o moscatel son una combinación perfecta.
SABORES CONTRASTANTES
Sabores contrastantes significa que estás tratando de compensar un sabor o elemento estructural en el vino y la comida, lo que generalmente significa que otra parte del vino o la comida se destacará. Aquí hay algunos pros y contras:
Combina lo picante con lo dulce: ¿un rojo tánico grande con un estilo picante de chow? No tanto. Tome ese plato y acompáñelo con un Riesling o un Gewurztraminer poco seco y será una fiesta en su boca. La dulzura del vino se ve compensada por el sabor de la comida y, en lugar de tener un sabor dulce, se saborea la deliciosa fruta del vino. Combine Riesling, Pinot Gris (estilo Alsacia) o Gewurztraminer con comida picante tailandesa o india. Es una gran combinación.
Combina lo cremoso con lo crujiente: otra combinación divertida es combinar un vino ácido brillante para acompañar un alimento a base de crema. Toma un queso cremoso como el Brie y combínalo con vino espumoso o Sauvignon Blanc: el ácido atraviesa esa crema y resalta los mejores sabores tanto del queso como del vino.
Combina taninos y grasas (¡y proteínas!). Los vinos tánicos combinan bien con alimentos llenos de grasas y proteínas: piensa en carnes rojas y guisos densos. Las grasas y proteínas disminuyen el efecto tánico y realzan la fruta del vino.
NO combines el tanino con dulce o ácido; un alimento dulce eliminará toda la fruta de un tinto tánico y lo único que quedará es... tanino. ¿Un tinto tánico acompañado de una salsa a base de limón sobre pasta o pescado? Es posible que sienta como si alguien le hubiera puesto frenillos en la boca con un sabor metálico. Ahora bien, el tanino es algo bueno, pero queremos saborearlo en el FONDO del vino. ¡Así que ve a buscar ese corte de carne!
MARIDAJES REGIONALES
¿No estás seguro de qué acompañar con un determinado alimento? Si vas a comer un plato regional, como pasta con un ragú italiano carnoso, intenta combinarlo con un vino regional, como un tinto Toscano. ¿Cordero con romero? Opta por una mezcla de un Tinto del Ródano. ¿Mariscos frescos? Encuentra un vino cultivado en zonas costeras llenas de cocina del mar, como Albariño o Vermentino en Cerdeña. Lo más probable es que sea un buen partido. ¡Algo en la comida y el vino provenientes del mismo suelo y área hacen una combinación perfecta!